Pásalo La sinceridad no sustituye a la verdad

No sé dónde se originó este consejo y he escuchado variaciones durante el último cuarto de siglo. Tiene un nivel de sentido común que nadie puede discutir fácilmente. Sin embargo, crea un argumento formidable contra la idea hablada con soltura y frecuentemente repetida de que todas las religiones apuntan a Dios.

En medio de la noche, una madre escucha a su hijo, una niña que empieza a toser y sollozar como si estuviera resfriado. Espera a ver si el niño se vuelve a dormir y lo hace. Más tarde, el niño se despierta nuevamente y esta vez está tosiendo y jadeando más que antes. La madre se levanta instintivamente y mientras todavía está medio dormida, se tropieza con el botiquín donde saca un remedio para el resfriado en un frasco. Ella va a la habitación del niño donde le da un par de cucharas llenas de la medicina, luego regresa a su habitación y duerme profundamente por el resto de la noche. Por la mañana, se sorprende al ver que su hijo está muerto. Examina el frasco de medicina que dejó junto a la cama y descubre que no era un remedio para el resfriado sino una medicina para adultos muy poderosa, y es lo que le quitó la vida al niño.

La madre fue muy sincera cuando le dio la medicina a su hijo. Difícilmente se la podría culpar por nada. Pero estaba muy equivocada acerca del medicamento que eligió sin darse cuenta para el niño porque, después de todo, era mortal. El punto aquí es claro, su sinceridad no sustituyó a la verdad, y la verdad era que era la medicina equivocada.

La gente acepta ciegamente la noción común de que todas las religiones apuntan a Dios. La idea de que incluso si tu religión no apunta a Dios, si eres sincero de alguna manera, tu ignorancia está cubierta también es aceptada sin pensar por millones de personas. Esta noción es más que un simple error cuando se compara con la Biblia, es un engaño total. Cristo y el apóstol Pablo hablaron en contra de esta noción y la aceptación insensata y universal de la misma en los siguientes pasajes.

De cierto, de cierto os digo: El que no entra por la puerta al redil, sino que sube por otro camino, es ladrón y salteador. Juan 10: 1

Jesús le dijo: Yo soy el camino, la verdad y la vida; nadie viene al Padre sino por mí. Juan 14: 6

Entonces Jesús les dijo otra vez: De cierto, de cierto os digo, yo soy la puerta de las ovejas. Todos los que vinieron antes de mí son ladrones y salteadores, pero las ovejas no los escucharon. Yo soy la puerta: por mí, si alguno entrare, se salvará, y entrará y saldrá, y hallará pastos. Juan 10: 7-9

Y Dios hizo un guiño a los tiempos de esta ignorancia ; pero ahora manda a todos los hombres en todas partes que se arrepientan: porque ha fijado un día, en el cual juzgará al mundo con justicia por aquel hombre a quien él ordenó; de lo cual ha dado seguridad a todos, en que lo ha levantado de los muertos. Hechos 17: 30-31

Sea sabido para todos vosotros, y para todo el pueblo de Israel, que por el nombre de Jesucristo de Nazaret, a quien crucificasteis, a quien Dios resucitó de los muertos, este hombre está aquí entero delante de vosotros por medio de él. Esta es la piedra despreciada por vosotros los edificadores, que ha venido a ser cabeza del ángulo. En ningún otro hay salvación, porque no hay otro nombre debajo del cielo, dado a los hombres, en el que podamos ser salvos. Hechos 4: 10-12

Cristo no vino a darle al mundo otra religión, vino a dar vida a los hombres. La religión parece ser lo nuestro, somos los constructores y proveedores de todas las antiguas religiones tradicionales y antiguas, así como de los nuevos cultos y herejías. Cristo no se atribuye el mérito de ninguno de ellos. De hecho, lo que la mayoría de la gente no sabe es que el Archi Engañador (Satanás) tiene la religión en la parte superior de su lista para engañar a los hombres. Él conoce muy bien la inclinación y la inclinación del hombre por la religión y también conoce la eficacia del viejo adagio ‘si no puedes vencerlos, únete a ellos’.

El Dios de este mundo (Satanás) nos proporciona muchos venenos para que los agarremos cuando tropezamos en la noche y luego los administremos con sinceridad a nuestros hijos oa nosotros mismos pensando que hemos lidiado con una enfermedad que se avecina. ¿Cuántos millones se despertarán en el día del juicio sólo para descubrir entonces que ‘la sinceridad no sustituye a la verdad?’

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